viernes, 27 de mayo de 2011

Finales Infelices

El día que pediste un buen final, me di cuenta de que nunca me habían gustado los finales felices. Y supe que este no tenía por qué serlo. Tampoco era triste; pero había final. Porque no me querías nada, o porque me querías con el alma. Porque había que dejar de fantasear con una vuelta para recordar nuestros olores, y aprender a lamernos solos las heridas. Porque ahora sí que jamás sabría si me habías regalado una verdad; si esa sonrisa fue sincera, y se te habías paralizado el día que me viste llorar.
Porque las segundas partes nunca son buenas, y sabíamos que este era el fin. La heroína no se quedaba con el galán, pero tampoco con el villano. Porque la bella durmiente se despertó de a poco. Porque Alicia no tenía país de maravillas, ni Pinocho piel y huesos. Sólo le quedaban las mentiras, o las verdades dolorosas que nadie quería enfrentar: quedaban “te quiero” camuflados, “perdones” de cartón y olvidos de mentiras. Porque no sabía a quién le quedaba el sabor amargo. Porque no entendí porqué confiar en mi mirada. Y porque el final no garantiza el olvido. Pero esos recuerdos, serían solo eso; recuerdos bonitos.
Porque tal vez era lo más difícil y más sensato que hubiésemos dicho; un Adios. Y yo ya no podía escribir sobre estos personajes, porque ya no sabía qué era lo que sentían. El cuento pasaba a ser sólo una leyenda, pero tal vez todavía seguirías buscando mi mirada entre la multitud como siempre, para confiarme algún secreto.
Porque se ve que este no era el momento de ninguno de los dos. Yo porque llegaba con expectativas y temprano; vos porque llegabas tarde y cansado. Porque arriesgamos demasiado, y tiramos de la cuerda. Porque nos amamos y nos odiamos. Nos acercamos y alejamos la cantidad de veces que el cuerpo puede soportar. Porque nos buscamos y esquivamos; nos deseamos “buena suerte y hasta luego”. Nos perdimos y nos volvimos a chocar.
Andrés Calamaro dice que lo que no termina mal, se contamina. Vos me pediste un buen final; yo aprendí que no siempre es con felicidad.
Nunca supe porqué no me gustaron los finales felices. Tal vez porque todavía no viví uno… y ahora de verdad lo espero. Aunque éste…este es un buen final.

Te extraño



Más de lo que las palabras puedan decir.



Más de lo que mis ojos pueden llorar.



Más de lo que me sale decir.



Más de lo que el reloj pueda marcar.



Más de lo que mis dedos puedan escribir.



Más de lo que mis escritos pueden reflejar.



Más de lo que te puedo odiar.



Menos de lo que te puedo querer.



Más de lo que duele esperar.



Igual de lo que duele extrañar.