El Mundo No Desaparece cuando Apartas la Mirada.
El amor no desaparece cuando no tengas otro con quien cenar,
dormir, despertar o hacerle un regalo.
Y hoy; precisamente hoy, el amor está ahí afuera como todos
los días de tu vida. Pero hoy; precisamente hoy, la vida (capaz la del resto), se inundó de corazones. La tele, la radio, las redes sociales, y las
veredas llenas de flores que piden más perdón que otra cosa. Pero ahí están.
Los festejos de San Valentín; así como muchos otros, no
dejarán de estar sólo porque se los niegue, en el sentido más Freudiano de la
palabra.
Porque somos desde la psicología en adelante; seres de falta.
Y de la falta de amor han surgido las canciones más bellas,
las tragedias más griegas, las películas más premiadas y los libros más
vendidos.
Porque cuando estás en falta; los finales infelices se
vuelven reales.
Y la opción más cómoda suele ser negar; odiar, desacreditar
y resentir este tipo de festejos. Taparse los ojos y los oídos esperando que el
mundo desaparezca y que estas 24 hs pasen sin pena ni gloria.
Los festejos comerciales han ensuciado, eso que cuando falta
es poesía, pero cuando lo está también: El amor.
Y hoy; la mejor opción para no cerrar los ojos esperando que
el mundo desaparezca, que lamento decirte, no sucederá, es buscar la forma
menos “faltante”.
Que el amor, así solito, sin personificarlo; ese que permite la construcción con el otro
sea el motor de algo. Aun de un autoabrazo. Dejando por un rato la falta; la media
naranja; la pareja (vaya carga para esa palabra), la otredad, el príncipe azul;
la casa, el perro, el auto, el matrimonio, el que te acompaña a las fiestas
familiares, y toda esa perorata.
Que haya amor, o que no haya nada. En vos.
Que siempre haya motivos para festejar.
Amen. Así, sin tilde.
Que el amor que hoy celebres sea el más importante de todos:
el propio.
Salú.