La incapacidad, la duda, el freno, el dolor.
No poder avanzar ni tomar una decisión, no saber cuál es la
correcta, ni mucho menos la más aliviante. Porque la más cómoda ya empieza a
molestar.
Caminar es complicado; subir escaleras un suplicio, y la
paciencia ya se empieza a terminar. La noche cae oscura, intolerante, pero tan
vacía que muestra lo que no se ve. Tan silenciosa que hace oír aquello que se
dice en voz baja. Tan claro que no se
puede huir.
En realidad, si ni siquiera se puede caminar es bastante
imposible pensar en correr. Y no queda
más que la verdad desnuda y oscura en el medio de la nada, cuando no hay con
hacer ruido ni acallar esa voz.
La posibilidad de la tregua, el pedido de silencio. La necesidad
de parar para que los demonios por un rato se vayan a dormir. Para que La Voz;
su voz…pueda frenar