viernes, 8 de abril de 2016

La lluvia nunca vuelve hacia arriba.

Y un día, después de una tormenta, tanta lluvia, tanta garúa… tanto gris,  un día se asoma el sol. O por lo menos aparece una resolana. De a poco todo aquello que estaba mojado se empieza a secar. El viento empieza a soplar. Tranquilo; menos agresivo. Más aire.
Y ese día lo volvés a intentar. Un día volvés a probar salir sin paraguas. Así, sin nada. Con la incertidumbre de que te podés empapar de nuevo… o con la esperanza de que los primeros soles iluminen más ese cielo celeste.
Y si pasa eso, sabés que todo ya pasó; y que se caiga el mundo de nuevo porque te encuentra preparada.
Pero si vuelve a empezar a gotear; maldecís al mundo por haberte arriesgado de nuevo. Por haber salido sin siquiera una capucha. Y por mostrarte y encontrarte vulnerable una vez más.
Y duele. Y enoja;  pero estás bailando debajo de la lluvia otra vez y sintiéndola. Qué más podés hacer. A lo sumo encontrar algún techo, quedarte quieta y esperar a que pase. Y ni siquiera sabés lo que te va a llevar de tiempo. Pero qué más da.

Porque después de verte otra vez completamente empapada. Y de secarte la cara que no para de chorrear; descubrís algo.
Estás sintiendo una nueva tormenta. La nostalgia de la anterior quedó rancia. Podés sentir de nuevo; hay otras nubes, otros rayos, volvés a tener miedo…
Cuánto hacía que te habías quedado limpiando la mugre de la tormenta anterior? Y estás limpiando otra vez, juntando otros pedazos, esperando otro sol, o mientras disfrutando de otra lluvia.
Porque a veces es suficiente con que empieces a sentir de nuevo. Aunque lo que sientas no sean los rayos del sol sobre la cara. Hasta no hace mucho no sentías nada porque ni si quiera salías de la guarida.

Y nadie sabe si esta vez es la vez, y todo lo que un día ocurrió se termina, y casi siempre todos quieren correr y la lluvia nunca vuelve hacia arriba. 
Dicen que no existen dos copos de nieve iguales. Probablemente tampoco dos  lluvias idénticas, ni dos tormentas que te expongan y te dejen en el mismo lugar. Ni tampoco dos personas iguales atravesadas por dos tormentas diferentes.


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