Caminar mirando los pies. Es estudiar los pasos que se dan, es huir de lo que no es lo inmediato y lo que pasa ahí. Es dirigirle al devenir una mirada como “de refilón”. Es evitar el encuentro de otra mirada, es esconderse un poco. Es proteger una mirada y todo lo que ella tiene por decir. Es escapar a en cada uno de esos pasos, refugiarse y sentirse en sí mismo. Un poco retrotraerse y volverse más pequeño.
Es contar una y otra vez una acción de avanzar, sin tener demasiada precaución hacia donde. Es hacerse una especie de caballo con los ojos vendados que sólo va hacia adelante sin reparar en los laterales. Es observar detenidamente lo que está por debajo de nuestros pies, más que lo que está por la línea de la mirada y arriba de la cabeza.
Es una manía rara, una excepción, una forma de evadir, una demostración de inhibición. Es caminar mirando para abajo. Es muy particular. Al bajar los ojos le quito al que me mira, un poco la posibilidad de descubrirme.
Es contar una y otra vez una acción de avanzar, sin tener demasiada precaución hacia donde. Es hacerse una especie de caballo con los ojos vendados que sólo va hacia adelante sin reparar en los laterales. Es observar detenidamente lo que está por debajo de nuestros pies, más que lo que está por la línea de la mirada y arriba de la cabeza.
Es una manía rara, una excepción, una forma de evadir, una demostración de inhibición. Es caminar mirando para abajo. Es muy particular. Al bajar los ojos le quito al que me mira, un poco la posibilidad de descubrirme.
muy bueno!!! besotes
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