sábado, 10 de noviembre de 2012

Una madrugada, poco tiempo, mucho por decir



Y me quedé esperando; con la esperanza guardada en el bolsillo roto de un pantalón, como decía una canción. Y la esperanza se cayó mil veces del bolsillo, pero la junté con toda paciencia, tranquilidad y cuidado. Y la volví a guardar, como si fuera de cristal sabiendo que en breve se me iba a perder otra vez.
Esperar es para el diccionario “Permanecer en un sitio donde se cree que ha de ir alguna persona o ha de ocurrir algo”.
Para mí esperar es mirar constantemente las horas en el reloj. Es desear que aparezca lo esperando, con la esperanza intacta pero a punto de romperse. Esperar es guardar la ilusión de que algo esta vez va a cambiar.
Esperar es verte aparecer de la nada con una sonrisa. Es que entiendas algo de mí alguna vez y puedas estar. Esperar es esperarte. Es esperar para alejarme sabiendo que la espera, solo será eso; esperar lo que no llegará.
Esperar es estar, es seguir, es bajar la guardia un par de veces, es agachar la cabeza otras tantas y quedarme horas sin dormir.
Esperar es desear y perdonar, callar y permanecer, ahogar los sollozos y seguir. Esperar es no gritar, no tirar. Es quebrar mitad en silencio, mitad no, con el objetivo de llegar. De que llegues.
Esperar es golpearse una y otra vez más. Es dormirse cansado de llorar. Es pensar una y otra vez este lugar. Es querer y no querer más.
Esperar es guardar la esperanza otra vez cuando se volvió a caer de aquel bolsillo que se rompió sin nada bueno guardado allí. El cristal se quebró.
Esperar es morir de a poco, hacer esperar es matar lentamente.
Y eso que una vez, una sabia persona me dijo... no esperes nada....

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