El grito antes del abrazo. El reproche antes de la intención
de entender. El orgullo antes del perdón. El acelerador antes del freno. El enojo
antes de la sonrisa. La bronca antes que el amor.
Por qué nos empecinamos en tirar de la cuerda hasta que ya
no da más. Por qué manejar los dichos y los hechos a base de ira, si con el
cariño y tal vez un poco de astucia las cosas terminan mejor.
Estamos tan acostumbrados a cerrarnos en lo que pensamos,
que no reparamos en aquello que no vemos. En los intentos de los demás, en las
formas de acercarse, en sus formas de querer.
La experiencia es buena, lástima que llega demasiado tarde,
eso dicen. Cuántas oportunidades hay antes de que ahora, pase a ser tarde.
Cuántos perdones hay en el medio. Las lastimaduras se cierran, pero las
cicatrices ocupan un lugar. Por qué no tenerlas contadas para no sumar una más.
¿Por qué las cosas son tan dificiles? Simplemente porque no sabemos hacerlas
más fáciles y eso es sólo nuestra responsabilidad, y posiblemente nuestra
culpa.
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