Y así aparecieron, todos y cada uno de ellos, por los que se había sentido este dolor. Este sentimiento de desarraigo, esa sensación de estar pero no estar en el lugar. La pérdida de deseo, y ese “no tengo ganas” que caracteriza esta etapa. Porque mirando en restrospectiva parece que fue una etapa pasada aunque ahora se la vea tan eterna.
Apareció Rafael con sus noches de Navidades reiteradas. Apareció Miguel, el de la pregunta Carlos Paz, o Córdoba capital. Apareció Lázaro el del amor a escondidas. Apareció Matías, el de la noche en el hospital. Apareció Jonás, que era diez años mayor. Apareció Esteban, el que tenía novia. Apareció Hector, que también tenía novia. Apareció Luis, el histérico incurable. Apareció Facu y la pibita.
Y todos ellos desparecieron. Sí, desaparecieron de la manera que habían estado antes. Algunos aparecieron mutando, otros no aparecieron nunca más. Pero dejaron de ser.... el novio, el chico, el filito. Dejaron de ser eso. Sin lo que pareciera que hoy no se puede vivir.
Y en esta búsqueda de sanar el dolor, la idea fue repasar, recopilar y relatar las historias de estos Rafas, Lázaros, Luises, Facus... Para ver si es posible recordar cómo fue el primer día de la vida de alguien sin ellos, cómo fue dejarlo ir y empezar a sanar.
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