Puedo mirar hacia el costado mil y una veces más. Puedo fingir que no estás cerca de mí, durante horas y días. Puedo hacerme la inocente, que me sale genial, hacerme la distraída y drogarme un rato más. Puedo olvidarte un minuto y mientras me sienta acompañada. Pero estás ahí. Sos parte de mí. Y hasta puedo entender que yo te dejo serlo. Te doy el lugar para que te aferres a mí, para que me saques de mí, y extraigas lo peor.
Porque ya no sé como combatirte. Porque he intentado negarte, y en cuanto bajo la guardia, ahí estás. No me olvido de tu voz, que me invade en cada silencio. No me olvido de tus peticiones, de tus halagos siniestros y de tu excesivo poder sobre mí. Alimenté un demonio en mi cabeza, y no puedo hacerlo callar.
Ahí estás.
Necesito que me sueltes la mano. Necesito que me dejes ir, dejarte ir. Abrazarse al dolor no nos deja brillar. Y necesito que dejes de agarrarme. O de tenerte como aliada. No puedo alimentarte con mi energía, porque me vas a matar. Soy mi peor enemigo, pero en vos, se materializa esa maldad.
Cada uno es su grado de potencia, decía un conocido Spinoza. Somos potencia. Nos afectamos negativa o positivamente. Sos un rizoma que me desvía la atención. Me quitaste la capacidad de pensar. Porque ponerse a pensar de que hay un poder sumamente personal que me hace disminuir la capacidad de actuar, es insoportable. Siempre hay una persona, una situación, un problema, un esquivo, siempre hay una especie de aspirina que me calma. Vos me calmás, hasta que me lastimás. Porque el dolor de verdad es el que no podemos ver. Es ese que evitamos; echándole la culpa a alguien, a algo. Odiando lo que no tiene nada que ver, responsabilizando a quien “casualmente” pusimos en un lugar determinado. La realidad suele ser tan dolorosa, a veces que es imposible soportarla sin un rizoma que nos haga zafar. Todos necesitamos una línea de fuga. Un químico o simplemente un poco de inteligencia retorcida. Vos sos mi rizoma. No sos mi dolor de verdad. Pero mientras tanto y mientras me distraés de mi misma, no me dejás avanzar.
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