Dueño de las mejores contestaciones. Cuidador de los más guardados secretos. Poseedor de las palabras más escuchadas y de sus sonrisas más sinceras. Receptos de sus enojos más fuertes y de la indiferencia más mortal. Compañero de locuras apuradas y protagonista de sus desafíos más temidos.
Es el cínico más cínico de todos. Y el más parecido de los locos parecidos a ella. El que se preocupa a cientos de kilómetros y lo hace saber, y el que odia a la distancia y lo demuestra. El que se ríe de sus celos y le encantan, y el que tiene el beneficio de ser uno de los hombres que más cela en esta vida.
Es frío y determinado, peligrosamente inteligente, e inteligentemente divertido. En ocasiones, muy demostrativo. Es cuidadoso, ácido, irónico, criticón y el creador de Homero. Es crudo y de pocas vueltas, y hasta un poco retorcido. Es pedigüeño y orgulloso. Un demente y el más sensato de todos. Una persona que no querrías cruzarte a veces, y el que no quieres que se aleje de tu vida.
Es lo que hasta ahora nadie había podido ser. Es al que llama cuando ya no aguanta un llanto en soledad y el que espera en la vida virtual para contarle una novedad. Es su segundo Andrés, un hermano, un soporte que siempre está aunque no se ve. Es un árbitro parcial y un generador de mañanas alegres. Una parte importante y para muchos, hasta extraña de su vida. Y eso por todo lo que simplemente no es.
No es simple, no es simpático, no está enamorado, no es su novio, ni su padre ni su hermano de sangre. No es una persona fácil, no es condescendiente con ella, no dejó de ser exigente, no es un endulzador de oídos. No la deja sola, no le miente, no se olvidó de ella, no le regala cualquier cosa, no le quita honestidad, no deja de comprenderla (o por lo menos lo intenta), y no le mezquina decirle que la quiere.
No es sólo un contacto en el celular, ni alguien a quien sólo se saluda el día de hoy. A estas alturas, él sabe lo que es y no es, porque ella lo quiere así y se ha encargado de demostrárselo.
Es el cínico más cínico de todos. Y el más parecido de los locos parecidos a ella. El que se preocupa a cientos de kilómetros y lo hace saber, y el que odia a la distancia y lo demuestra. El que se ríe de sus celos y le encantan, y el que tiene el beneficio de ser uno de los hombres que más cela en esta vida.
Es frío y determinado, peligrosamente inteligente, e inteligentemente divertido. En ocasiones, muy demostrativo. Es cuidadoso, ácido, irónico, criticón y el creador de Homero. Es crudo y de pocas vueltas, y hasta un poco retorcido. Es pedigüeño y orgulloso. Un demente y el más sensato de todos. Una persona que no querrías cruzarte a veces, y el que no quieres que se aleje de tu vida.
Es lo que hasta ahora nadie había podido ser. Es al que llama cuando ya no aguanta un llanto en soledad y el que espera en la vida virtual para contarle una novedad. Es su segundo Andrés, un hermano, un soporte que siempre está aunque no se ve. Es un árbitro parcial y un generador de mañanas alegres. Una parte importante y para muchos, hasta extraña de su vida. Y eso por todo lo que simplemente no es.
No es simple, no es simpático, no está enamorado, no es su novio, ni su padre ni su hermano de sangre. No es una persona fácil, no es condescendiente con ella, no dejó de ser exigente, no es un endulzador de oídos. No la deja sola, no le miente, no se olvidó de ella, no le regala cualquier cosa, no le quita honestidad, no deja de comprenderla (o por lo menos lo intenta), y no le mezquina decirle que la quiere.
No es sólo un contacto en el celular, ni alguien a quien sólo se saluda el día de hoy. A estas alturas, él sabe lo que es y no es, porque ella lo quiere así y se ha encargado de demostrárselo.
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