domingo, 13 de marzo de 2016

Luis. El divino. El histérico

Luis sí fue un tema aparte. La vio entre la multitud, la hizo visible. Le prestó atención. A ella, que no era más que la chica del box 137. Le buscó, le habló, la conoció. Buscó los espacios para acercarse, cuando ella era una especie de pollito mojado que tenía vergüenza de hasta decir buen día, que caminaba mirando hacia abajo (cosa que aparte; ama hacer).
Nadie sabe qué vio. Nunca lo entendió. El chico más fachero del trabajo (y el más histérico y mujeriego), se acercaba. Y encima con toda una técnica. Nada de encare barato. La compró por donde más le gustaba. Por el intelecto, por las charlas, por el interés. Por saber quién era, qué pensaba, por qué ella se sentaba en canastitas, por qué no hablaba con nadie... Pensemos que cuando una se cree medio invisible, y siente que nadie se queda a tu lado, y aparece uno que tira un par de datos que ni vos sabés de vos misma, caés medio rendida. Y esa materia, el de hacer caer rendido a medio plantel femenino del trabajo; la tenía aprobadísima con diez felicitado y estrellita.
Al cabo de unas charlas vía facebook; una par de sonrisas en los pasillos de trabajo, ella estaba rendida a sus pies. Pero iba y venía. Bah, iba. Charlas hasta las 4 am; sonrisas y mensajes vía chat laboral, alguna complicidad a la hora del almuerzo, nada más.
El día a día fuera de las paredes de la empresa no existía. No había charla cotidiana, ni muchas cenas compartidas, ni los cafés de los domingos a la mañana; ni nada.
Pero esa histeria la atrapaba. Sus cumplidos, su atención. Eso. Eso era lo que lo hacía valioso. Realmente en un panóptico faucaultiano, alguien lograba verla Y describirla.. Y abrazarle el alma en dos segundos.
Y ahí, esperaba esos abrazos tan sanadores y se preguntaba por qué su interés no se materializaba en una cotidianidad normal de gente joven.
Y no, no lo logró. Eligió a otra (del trabajo casualmente). Y era entendible... parte de lo que ella creía de sí se hacía visible: “qué pensabas, que el adonis de la empresa, inteligente, rubio, ojos claros como el mar, genio de los sistemas, amante del vino, buena música, y cine... se iba a fijar en vos?”.
Sabe también que cuando piensa en ella aún sonríe entre deseando algo y recordando buenas charlas con tinto de por medio. Pero no eligió. Y ella en el fondo tampoco a él. Lo soltó bastante antes de que él se enterara, para amortiguar la caída.
Porque se daba cuenta que el juego no divertía. Tampoco ella quería ganarse a nadie. No tenía fuerzas. Necesitaba que la quieran. Para inestable ya había alguien en su cama de una plaza. Y hoy lo ve con cariño, hablan y le saca una sonrisa, pero así, de lejos.
Cerca...cerca es otra cosa que él no iba a dar. Y la verdad ella necesitaba sentirse especial. No una más.
No señora... ella no es la heroína que la pelea hasta el final. Rapidito (y hasta antes) reconoce la derrota y se va silbando bajito y comiéndose los mocos.











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